Una señora respetable y agradable

Una señora respetable y agradable, con un sabroso olor a perfume, subió al autobús y tomó asiento a mi lado.

Al cabo de unos instantes me atreví a preguntarle:

“Perdone, señora, ¿me permite que le pregunte cómo se llama este perfume y dónde lo compró? Quiero comprar uno para mi mujer”.

La señora respondió: “Es Chanel y de París”.

Al cabo de unos diez minutos sentí un fuerte viento en el vientre, así que lo expulsé lentamente.

Unos segundos después ella se interrumpió y dijo: “Offf… ¿qué es este olor Dios mío”?

Le dije: “Ajo y de la ciudad de Gilroy en California”.