Un madrileño en Barcelona entra en un bar

Un madrileño en Barcelona entra en un bar y pide una caña en español.

El camarero se la pone y le dice:

– “Son norantacinc centims”

El madrileño deja sobre la barra noventa céntimos y sigue tomándose la caña tranquilamente.

A lo que el camarero le dice:

– “Escolti falten cinc centims”.

Y el madrileño ni puto caso, como quien oye llover.

A lo que el camarero ya rebotado le suelta:

– “Escolti que em deu cinc cetims; no em faci muntar un nombre… M’está escoltant perfectament”.

Y el madrileño a lo suyo, tomándose la birrita, como si estuviese solo en el local.

Por fin el camarero, rojo de ira, y escupiendo las palabras dice:

– “Oiga desgraciado. Me está oyendo y entendiendo perfectamente, págueme los cinco céntimos que me debe”.

A lo que el madrileño sonriendo y echando mano al bolsillo para pagarle contesta:

– “Ya sabía yo, cabrón, que por cinco céntimos acababas hablando español”.