Un día, un hombre recién casado va al ático de su nuevo hogar para guardar algunas cosas. Mientras está allí, nota un gran baúl de vapor en un rincón.
Cuando intenta abrirla, descubre que está cerrada.
Desconcertado y curioso, llama a su nueva novia al ático y le pregunta por el baúl.
Ella le dice que es suyo y que sólo contiene algunas cosas personales.
Él acepta su respuesta y finalmente se olvida por completo del asunto.
Tres años más tarde, mientras limpia el ático, corre hacia el baúl y vuelve a preguntarle a su esposa qué hay dentro.
Ella nuevamente le dice que contiene sólo cosas personales, pero esta vez él es más persistente.
Entonces ella lo sienta y le recuerda que lo hace feliz cuando se siente deprimido, que mantiene la casa meticulosamente limpia,
que
le prepara comidas fantásticas los 7 días de la semana y que le da todo el sexo que quiere, en cualquier momento. lo quiere.
Luego ella le dice que si está contento con todas esas cosas, que se olvide del baúl porque ella no quiere hablar de eso. “
Está bien”, dice el marido, y termina de limpiar el ático.
En su 25º aniversario de bodas, baja el baúl por las escaleras hasta el centro del piso de la sala y llama a su esposa.
“Cariño”, dice, “hemos estado casados durante 25 años y creo que es hora de que tengamos una conversación sincera.
¿Qué diablos hay en ese baúl? La esposa inmediatamente protesta, recordándole una vez más la casa limpia, la buena comida y el buen sexo.
“No me importa”, le dice. “Después de 25 años deberíamos poder hablar de cualquier cosa. ¡Ahora abre este maldito baúl!
Entonces, toma una llave de una cadena que lleva colgada del cuello y abre el baúl. Dentro hay tres mazorcas de maíz y 25 mil dólares en efectivo.
“¡Jesucristo!” grita el marido sorprendido. “¿Que está pasando aqui? ¿De dónde vino todo esto?
“Bueno, cariño”, responde la esposa, “dijiste que podíamos hablar, así que te diré lo que quieres saber.
A lo largo de los años, traté de permanecer fiel a ti, pero no siempre lo logré. Cada vez que te engañé, puse una mazorca de maíz en el baúl”.
El marido no puede creer la impactante confesión que acaba de escuchar, pero después de reflexionar unos momentos sobre ello le dice a su esposa:
“Está bien, admito que esto no me emociona mucho,
pero dije debemos ser honestos el uno con el otro y supongo que puedo vivir con tres incidentes de infidelidad en 25 años.
¿Pero de dónde salió todo el dinero?
“Bueno”, responde ella, “cuando se llenaba el baúl vendía el maíz”.