Un hombre iba conduciendo por la carretera. Pasa por delante de una cámara de tráfico y la ve parpadear.
Aturdido por haber sido sorprendido circulando con exceso de velocidad, se da la vuelta y,
yendo aún más despacio, pasa por delante del radar.
Lo ve parpadear de nuevo. No se lo podía creer.
Se dio la vuelta y, yendo a paso de tortuga, pasó junto a la cámara.
Vio que la cámara parpadeaba de nuevo. Dedujo que debía de estar estropeada y regresó a casa.
Cuatro semanas después, recibió por correo tres multas de tráfico, todas por no llevar puesto el cinturón de seguridad.