Un empresario estadounidense va a Japón por un viaje de negocios, pero odia la comida japonesa,
así que le pregunta al conserje de su hotel si hay algún lugar cerca donde pueda conseguir comida americana.
El conserje le dice que tiene suerte; hay una pizzería que acaba de abrir y hacen entregas a domicilio.
El conserje le da al hombre de negocios el número de teléfono, y él regresa a su habitación y pide una pizza.
Treinta minutos después, el repartidor aparece en la puerta con la pizza.
El empresario toma la pizza y comienza a estornudar incontrolablemente.
Le pregunta al repartidor: “¿Qué demonios le pusiste a esta pizza?”
El repartidor se inclina profundamente y dice: “Ponemos en la pizza lo que usted pidió, solo pimiento.”