El hijo del granjero regresaba del mercado con la caja de pollos que su padre le había confiado, cuando de repente la caja se cayó y se rompió.
Las gallinas salieron corriendo en diferentes direcciones, pero el niño decidido recorrió todo el vecindario recogiendo a las aves extraviadas y devolviéndolas a la caja reparada.
Esperando haberlas encontrado todas, el chico regresó a casa a regañadientes, temiendo lo peor.
“Papá, las gallinas se escaparon,” confesó el niño con tristeza, “pero logré encontrar las doce.”
“¡Bueno, lo hiciste bien, hijo!” el agricultor sonrió radiante
“¡Te fuiste con siete!”