La hija irlandesa llevaba más de 5 años sin volver a casa. A su regreso, su padre la maldijo duramente.
“¿Dónde has estado todo este tiempo, hija? ¿Por qué no nos has escrito ni una línea?
¿Por qué no llamaste? ¿No entiendes por lo que has hecho pasar a tu anciana madre? Me hice prostituta.” “¿Qué? ¡Fuera de aquí, ramera desvergonzada!
¡Pecadora! Eres una desgracia para esta familia católica”.
“Está bien, papá… como quieras. Sólo he vuelto para darle a mamá este lujoso abrigo de piel,
el título de propiedad de una mansión de diez habitaciones, más un certificado de ahorros de 5 millones. Para mi hermanito, este Rolex de oro.
Y para papá, el nuevo y reluciente Mercedes descapotable de edición limitada que está aparcado fuera, además de una membresía para el club de campo …
(toma aire) … y una invitación para que todos paséis la Nochevieja a bordo de mi nuevo yate en la Riviera”.
“¿En qué decías que te habías convertido?”, dice papá.Niña, llorando otra vez, “¡Una prostituta, papá!”
“¡Oh! Madre mía. Me has dado un susto de muerte, niña. Creí que habías dicho protestante.
Ven aquí y dale un abrazo a tu viejo papá.