Hombre amable en prisión

Tengo un amigo en la cárcel que es muy amable.

Alguien le pidió que donara su ojo, y él lo hizo gratis.

Otro le pidió un riñón y también se lo dio gratis.

Otro le pidió sus manos, él se las dio gratis.

Mi buen amigo estaba dispuesto a donar también sus piernas, pero el alcaide no lo aprobó.

El alcaide dijo: “¡Ya basta! ¡¿Crees que no me he dado cuenta de que intentas escapar trozo a trozo?!”.