Un día, un abogado iba en su limusina cuando vio a un hombre comiendo hierba.
Le dijo al conductor que parara. Se bajó y le preguntó: “¿Por qué estás comiendo hierba?”.
El hombre respondió: “Soy tan pobre que no puedo permitirme nada para comer”.
Entonces el abogado dijo: “Pobrecito, vuelve a mi casa”.
Luego los chicos dijeron: “Pero tengo esposa y tres hijos”. El abogado le dijo que los trajera.
Cuando estuvieron todos en el auto, el pobre dijo: “Gracias por llevarnos de regreso a su casa, es muy amable de su parte”.
El abogado dijo: “Te va a encantar ese lugar, el césped mide treinta centímetros de alto”.