Era un señor tan pequeño, pero tan pequeño, que se sentó en un billete de 100 y sobraron 99 pesos.
Era una gallina tan flaca, que en vez de dar huevos daba lástima.
Era una señora tan gorda pero tan gorda, que cuando murió tuvieron que hacerle su propio cementerio.
Era un viejito que tenía los dientes tan amarillos, que su lengua tenía que usar lentes porque se encandilaba.
Era un hombre tan gordo, que la policía lo disolvió porque pensaban que era una
manifestación.
Era un señor tan optimista que una vez le dio un infarto y dijo que fue una corazonada.
Era una mujer tan enana que al morirse no se fue al cielo, se fue al techo.