Tres hombres estaban sentados en un avión.
Hablaban de paz cuando surgió el tema de las armas. Decidieron no volver a usarlas para herir a nadie.
El primer hombre sacó una piedra pesada de debajo de su asiento y dijo:
«Solía tirar piedras así a la gente que me caía mal. Ahora lo sé mejor», y con eso abrió la salida de emergencia y arrojó la piedra.
El segundo hombre sacó un cuchillo y decidió que tampoco quería hacerle daño a nadie, así que lo arrojó por la puerta abierta.
El tercer hombre se levantó, abrió el compartimento de almacenamiento y sacó una bomba. «Bueno, siempre llevo una de estas conmigo,
siempre me pregunté cómo sería detonarla. Ahora lo sé mejor», y la arrojó por la ventana.
El avión aterriza y los tres hombres tienen que regresar en un coche alquilado a su hotel.
De regreso, ven a una niña pequeña sollozando en la calle.
Le preguntan qué le pasa y ella responde: «Iba caminando a casa y vi una piedra caer del cielo y matar a un pobre conejo que estaba mordisqueando una zanahoria».
El primer hombre parece avergonzado, pero no dice nada. Los tres hombres se marchan.
Unos minutos después, se encuentran con un anciano que sollozaba histéricamente. Le preguntan qué le pasa.
Él responde: «Mi esposa de 50 años y yo estábamos sentados en un banco alimentando a los patos en el estanque, ¡cuando un cuchillo cayó del cielo y la mató!».
El segundo hombre parece sorprendido, pero no dice nada. Los tres hombres se marchan de nuevo.
Unos minutos después, se encuentran con un hombre con la cara roja, rodando por el suelo, riendo y agarrándose los costados. Se acercan y le preguntan:
“¿Por qué te ríes? ¿Qué pasó?”.
El hombre se calma y responde: “¡Estaba sentado afuera de mi casa, en el porche, cuando me tiré un pedo y toda la casa explotó!”.
