Iba caminando por la calle cuando me abordó un vagabundo de aspecto especialmente sucio y destartalado que me pidió un par de dólares para cenar.
Saqué mi cartera, extraje veinte dólares y le pregunté: “Si le doy este dinero, ¿se comprará una cerveza con él en vez de cenar?”.
“No, hace años que dejé de beber”, respondió el vagabundo.
“¿Lo utilizará para ir a pescar en lugar de comprar comida?”. le pregunté.
“No, no pierdo el tiempo pescando”, dijo el vagabundo. “Tengo que dedicar todo mi tiempo a intentar mantenerme vivo”.
“¿Lo gastarás en equipo de caza?” le pregunté.
“¡Estás loco!”, respondió el vagabundo. “¡Hace 20 años que no voy de caza!”.
“Bueno”, le dije, “no voy a darte dinero. En lugar de eso, voy a llevarte a casa para que te des una ducha y te tomes una cena estupenda cocinada por mi mujer”.
El vagabundo se quedó estupefacto. “¿Tu mujer no se pondrá furiosa contigo por hacer eso?
Le contesté: “No se preocupe por eso. Es importante que ella vea cómo es un hombre después de haber dejado la bebida, la pesca y la caza.”