Un joven estudiante universitario se había quedado despierto toda la noche estudiando para su examen de zoología del día siguiente.
Cuando llegó al salón de clases, vio diez varillas con plataformas con diez pájaros sobre ellas.
Cada pájaro tenía un saco sobre la cabeza; sólo se veían las piernas. Se sentó derecho en la primera fila porque quería hacer el mejor trabajo posible.
El profesor anunció que la prueba consistiría en observar cada una de las patas de las aves y darles el nombre común, hábitat, género y especie.
El estudiante miró cada una de las patas de los pájaros.
Todos le parecían iguales. Empezó a enfadarse. Se había quedado despierto toda la noche estudiando y ahora tenía que identificar a los pájaros por sus patas.
Cuanto más pensaba en ello, más se enojaba.
Finalmente ya no pudo soportarlo más. Se acercó al escritorio del profesor y dijo: “¡Qué examen más estúpido!
¿Cómo podría alguien distinguir entre pájaros mirando sus patas? Con eso,
el estudiante arrojó su examen sobre el escritorio del profesor y caminó hacia la puerta.
El profesor se sorprendió. La clase era tan grande que no sabía el nombre de cada estudiante, así que cuando el estudiante llegó a la puerta,
el profesor llamó: “Oye señor, ¿cómo te llamas?”.
El estudiante enfurecido se dio vuelta, se subió las perneras del pantalón y dijo: “Dímelo tú, amigo. ¡DÍGAME USTED!”