Después de treinta años de matrimonio, un matrimonio acude a terapia.
Cuando le preguntan cuál es el problema, la mujer empieza
una diatriba enumerando todos los problemas que han tenido en los años que llevan casados. Sigue y sigue:
abandono, falta de int, vacío, soledad, sentirse poco querida y no querible… toda una lista de necesidades insatisfechas que ha tenido que soportar.
Finalmente, después de permitirlo durante un tiempo suficiente, el terapeuta se levanta, rodea la mesa y,
tras pedirle a la mujer que se levante, la abraza y le hace un largo y apasionado ki* mientras su marido la observa con una ceja levantada.
La mujer se calla y se sienta tranquilamente como aturdida.
El terapeuta se vuelve hacia el marido y le dice:
“Esto es lo que su mujer necesita al menos tres veces por semana. ¿Puede hacerlo?”. “
Bueno, puedo dejarla aquí los lunes y los miércoles, pero los viernes pesco”.