Su conversación se ve constantemente interrumpida por personas que describen sus dolencias y piden al médico consejos médicos gratuitos.
Al cabo de una hora, el médico, exasperado, le pregunta al abogado:
“¿Qué hace usted para que la gente deje de pedirle asesoramiento jurídico cuando no está en la consulta?”.
“Se lo doy”, responde el abogado,
“y luego les envío una factura”.
El médico se sorprende, pero acepta intentarlo.
Al día siguiente, aún sintiéndose un poco culpable, el médico prepara las facturas.
Cuando va a echarlas al buzón, encuentra una factura del abogado.