Va un domador especial a un circo a presentar su actuación al dueño. En
esto que entra en el despacho con dos cajitas de colores y dice:
– Hola buenas tardes. Vengo a presentarle una actuación nunca vista en un escenario. Algo único, excepcional…
– Miré usted – dice el dueño del circo- todos los días viene gente con la misma cantinela… todos los día viene gente con números que…
Chssss… espere… espere a ver…
Y el hombre abre una cajita y saca un ratoncito y lo pone sobre la mesa… y después saca de la misma cajita un piano y lo pone también sobre la mesa… y dice…
¡Ale manolito! Toca algo para el señor.
En esto que el ratoncito se sienta en el taburete diminuto.. y después de un silencio y revisar la partitura comienza a tocar…
Tiin titin… tiro tiro tin ta chin.. tiro.. tin … (“La paralisa” de Bethoven)
-Oh.. Pero.. pero esto es increible… magnifico… algo nunca visto… (exclama admirado el dueño del circo)
-Chsss… espere… Es que este no es el numero… – dice el domador
Y saca de la otra cajita un lorito y lo pone sobre un palito y diche.
– Chicos, la Traviatta.
Y comienza el espectáculo… El ratón tocando perfectamente la
Traviatta al piano y el loro cantando la pieza de forma espectacular y sin errores. Todo perfecto y el dueño del circo impresionado interrumpe y dice:
– ¡Esto es increible!. Le contrato pero con una condición. Que me diga el truco, porque no me creo que no haya truco.
– No lo hay.
– Le voy a contratar sólo si me dice el truco. ¡Que no soy tonto!. Aquí hay truco seguro, pero lo hace usted tan bien que no me importa contratarle, pero tiene que decirmelo.
– Bueno, si se pone así e insiste se lo diré.
Mire. Tiene usted razón. ¡Claro que hay truco!.
El ratón toca el piano, pero el loro es un inútil y no canta, sólo mueve el pico.