Un hombre sale a la calle y coge un taxi que acaba de pasar.
Sube al taxi y el taxista le dice: “Vaya, un momento perfecto. Eres igual que Frank”.
El pasajero pregunta: “¿Quién?”. El taxista le explica: “Frank Feldman.
Es un tipo que siempre hacía todo bien.
Como cuando llegué justo cuando necesitabas un taxi, a Frank Feldman le pasaban cosas así siempre”.
El pasajero comentó: “Siempre hay algunas nubes sobre todo el mundo”. “Frank Feldman no. Era un atleta estupendo.
Podría haber ganado el Grand Slam de tenis. Podía jugar al golf con los profesionales.
Cantaba como un barítono de ópera y bailaba como una estrella de Broadway y deberías haberle oído tocar el piano. Era un tipo increíble”.
El pasajero dijo: “Parece que era realmente especial”. El taxista respondió: “Hay más. Tenía una memoria de ordenador. Se acordaba del cumpleaños de todo el mundo.
Lo sabía todo sobre el vino, qué comida pedir y con qué tenedor comerla.
Podía arreglar cualquier cosa. No como yo. Cambio un fusible, y toda la calle se apaga. Pero Frank Feldman podía hacerlo todo bien”.
El pasajero se quedó asombrado: “¡Vaya, qué tipo!”.
El taxista continuó: “Siempre sabía cuál era el camino más rápido en el tráfico y evitaba los atascos. No como yo, que siempre me veo atrapado en ellos.
Pero Frank, nunca cometía un error, y realmente sabía cómo tratar a una mujer y hacerla sentir bien.
Nunca le contestaba aunque ella estuviera equivocada; y su ropa estaba siempre inmaculada, los zapatos muy lustrados también.
Era el hombre perfecto. Nunca cometía un error. Nadie podía estar a la altura de Frank Feldman”. Pasajero: “¿Cómo le conoció?”
Taxista: “Oh, en realidad nunca conocí a Frank. Murió y me casé con su mujer”.