Un niño estuvo en la boda de un familiar.
Mientras avanzaba por el pasillo, daba dos pasos, se detenía y se giraba hacia la multitud (alternando entre el lado de la novia y el del novio).
Mientras se enfrentaba a la multitud, levantaba las manos como garras y rugía.
Así fue, paso, paso, RUGIDO, paso, paso, RUGIDO por todo el pasillo.
Como se puede imaginar, la multitud estaba al borde de las lágrimas de tanto reír cuando llegó al púlpito.
El niño, sin embargo, estaba cada vez más angustiado por todas las risas, y también estaba al borde de las lágrimas cuando llegó al púlpito.
Cuando se le preguntó qué estaba haciendo, el niño resopló y dijo: “Estaba siendo el Oso del Anillo…”