Un pastor encontró un babuino que podía hablar.
Así que le enseñó a cantar, rezar y predicar.
En un servicio dominical, el pastor dice a la congregación: “El Mandril va a rezar hoy”.
El Mandril se queda quieto y el pastor repite pero el Mandril no responde.
Después del servicio el pastor pregunta.
“¿Por qué no quisiste rezar cuando te lo pedí?
El Mandril dice, “¿era necesario decir mandril? Al menos podrías haber dicho ‘Hermano Bobby'”.