Hace poco llevé a una muchacha que está buenísima a cenar, la recogí en casa de sus papás.
Junté dinero de donde pude para llevarla a cenar a un restaurante caro.
Ella pidió las cosas más caras de la carta: Coctel de camarones, langosta, Champán…
Y yo le pregunté inquisitivamente:
– ¿Tu mamá te da de comer así de bien cuando estás en casa?
– No, me respondió. Pero ella no espera que le de una cogida hoy en la noche.
Mi respuesta
– ¿Un postrecito?